Ciudad de la Investigación, Universidad de Costa Rica

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Nineth empieza contando su historia con calma, la historia de las desapariciones urbanas, especialmente de estudiantes, académicos y profesionales. Empieza con el rostro sereno pero poco a poco se va ofuscando, a pesar de que ya han transcurrido 25 años de la fecha del evento.
La historia de Nineth y del GAM es la historia de una lucha por encontrar el paradero de los familiares desaparecidos. Es ir a las morgues, a las cárceles, a los hospitales, rendir testimonios, escribir peticiones a ministros o al director de la Policía, participar en marchas. sea, es la historia política de las ciudadanías mestizas en Guatemala que acuden a las instituciones. El relato, por tanto, está entrecortado por fotografías alusivas a estas actividades, en las que aparecen Nineth y Rosario, la cuñada de Cuevas, ya en marchas callejeras, ya en la catedral junto a otras mujeres, hermanas, madres de desaparecidos haciendo fuerza común. Rosario, una mujer joven, de unos veinte y tantos años cortos, está en ellas, ya con un megáfono en la mano o leyendo una propuesta protesta. Algunas fotos las muestran juntas en una cafetería o sentadas contra un ventanal de fondo, mirando a cámara, folios en mano, semisonrientes, posando para la fotografía que servirá luego de archivo. Se hacen compañía, dan apoyo espiritual y moral, ánimo en una situación difícil, se sientan a llorar. Son jóvenes y se preguntan cómo les había pasado eso el per cómo!
indígena; del esfuerzo por sobrevivir con criaturas pequeñas.
La mirada de Nineth lo dice todo. Al principio, sus ojos están puestos sobre su interlocutora, la cineasta, y poco a poco van girando hacia ese horizonte invisible, fuera del plano. Esa mirada perdida, vacía, índice de decisión, duelo, incredulidad, llamada de apoyo, determinación, expresión de ver y sentir su dolor de entraña fantasma en la pantalla cinematográfica. ratos, levanta la cabeza ensoñada como reviviendo el momento y también para detener las lágrimas que se le empozan en los ojos. Se empieza a tocar la nariz ya congestionada; la vista ciega posada en ese escenario más allá. Pretende ver a la interlocutora pero ya no la ve, ve al infinito, al recuerdo, al momento de lo insólito. Se le quiebra la voz; las lágrimas le vidrean los ojos. Se muestra descompuesta y el gesto de dolor emerge, aunque lo pelea durante toda la entrevista. Se le dificulta narrar el cuento cuyos hitos vamos viendo en fotos y pancartas extrapoladas a la narrativa oral. Dolor dulce, pero dolor al fin. En un momento ve a su interlocutora como pidiéndole socorro, que corrobore su verdad, como implorándole consuelo y preguntándole ¿podés creer lo que te estoy contando?
La calidez del amor en el recuerdo, presentes; las manos sueltas para ayudarse, contenerse, mantener el equilibrio ante su propio recitativo per cómo. hablo, hablo con esta foto y le digo yo Dame aliento Ayúdeme Dime por favor si mi lucha es noble o no Si me va a dar fruto o no Pues es tonto pero fortalece mucho Modalidades de memoria y archivos afectivos: Cine de mujeres en Centroamérica Ileana Rodriguez 27