Ciudad de la Investigación, Universidad de Costa Rica

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VII. Esta vida de cartón y gacetilla: literatura y masa 9) Vuelve un hombre impasible la hoja de un libro.
10) Odio el mar; vasto y llano, igual y frío. XIX, pp. 191 193)
Los versos iniciales establecen una oposición jerarquizante: el mar tiene valor, es hermoso. solo cuando facilita la comunicación, dominado por el transporte. El mar, odiado cuando es vasto y llano, igual y frío. gime, produce sonido, materia de la voz, bajo la hendente quilla. La hendente quilla abre, sobre el manto negro (indiferenciado. una trayectoria, ligada enseguida a la imagen de la luz, del sentido. El barco abre paso, se sobreimpone a la interferencia del mar que, en oposición a la estabilidad de la tierra, luego es traidora arena y movediza. serpiente letal. La unidad compuesta por los versos 9 reitera y reformula las jerarquías anteriores. Los globos de cristales son espacios continentes que encierran la luz de los astros. corolario del campo semántico de la dispersión (mar. Como si fuera poco, un hombre, asistido por la luz artificial, pasa las páginas de un libro, sobre el puente: aquí tanto la preposición (sobre) como el sustantivo (puente) remiten a la posición del barco sobre el agua del segundo verso. La referencia al discurso, en la imagen del libro, es clara, aunque ya la imagen del transporte, que hace gemir al mar frío. y de la hendente quilla que delinea una trayectoria, un curso sobre el agua, sugerían el discurrir de la escritura que lee el lector del verso El transporte, en efecto, es una imagen del discurso, entendida la palabra en su sentido etimológico, como discurrir, pasar, ordenadamente, de un lado a otro. El mar impide el discurrir (la arena movediza. a menos que se le domine, mediante el transporte, y se le transforme en el medio del viaje, del intercambio, en cuyo caso se hace hermoso. o más bien útil, generando sonido, voz: sentido³3. La 33 Significativamente, en ¡Bien vengas, mar. de Flores del destierro, la imagen del hijo contrarresta la interferencia del mar, lo que nos recuerda la concomitancia en Martí entre la figuración familiar y la estructura del sentido social, opuesta al caos del mar. Bien vengas, mar! De pie sobre la roca Te espero altivo: Si mi barca toca Tu ola voraz, ni tiemblo, ni me aflijo: Alas tengo y huiré. las de mi hijo. XVI, 163. Véase también ¡Oh nave! y bordo en Flores.
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