Elena Mancinelli y los discursos sobre el arte dan cuenta, ciertamente, de una ambivalencia. Si el carácter político está definido como dislocación, no es a él al que podamos acudir para entender, por ejemplo, los cambios de régimen de imageneidad o las conexiones y diferencias que hay entre la metapolítica de Marx y la de Adorno. Para poder entender ese juego de actualizaciones y diferencias es indispensable que nos preguntemos si es realmente acertado afirmar que la historia, como proceso, no tiene cabida en el régimen estético. Esto que pareciera un escándalo deja de serlo en el mismo momento en el que recordamos que el régimen estético es el nombre que lleva el arte cuando es tensión entre la autonomía de la vida y la forma viva. La vida, pues, es la contraseña o la señal de la historia como registro interno, recuperado, del régimen estético.
En línea con lo anterior, cabe mencionar que el régimen estético tiene una perdurabilidad absolutamente ajena y, si se quiere, opuesta a la de la política. La política es acontecimiento y el régimen estético tiene una vigencia de más de dos siglos. Será, pues, que el régimen estético sólo es político por momentos y que en sus mientras tanto se acerca a la estabilidad que todo orden pretende para sí? entonces ¿se naturaliza?
La vida no indica nada definitivo, sino que está en devenir. Es esa vida que cambia o la historia de esa vida la que está supuesta en el análisis rancieriano del pensamiento revolucionario de Marx, como aquel que pudo actualizar lo postulado en el Manifiesto más antiguo del idealismo alemán escrito en la última década del siglo XVIIIsólo porque su época conllevaba la novedad del intercambio entre las imágenes del arte y el comercio de la imaginería social. Asimismo, en la afirmación de que en el régimen estético el arte es vida (y autonomía de ella) se dice algo respecto de la vida: la vida aparece en el arte.
O, aún más. puede la vida ser algo más que una estética?
LA RESTAURACIÓN DE LAS JERARQUÍAS POLICIALES EN LAS SUPERPOSICIONES DE LOS REGIMENES ESTÉTICO, ÉTICO REPRESENTATIVO Rancière ubica al primer discurso estético en un episodio filosófico en la vida del poeta alemán Friedrich Schiller. Ese episodio lleva por nombre el de Cartas sobre la educación estética. Es allí, y no en la Crítica del juicio kantiana, donde Rancière dice hallar el manifiesto: y en un. El estado estético schilleriano que es el primero sentido, insuperable manifiesto de este régimen marca bien Véase El destino de las imágenes, 37.
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