Alexander Yarza de los Ríos entrelazando y enraizando la pedagogía a la Tierra, a la vida, a los territorios.
Las relaciones humanidad mundo y lectura del mundo en Freire, nos recuerda ese vínculo sagrado que tenemos con y en la Tierra. Ya desde Pedagogía del oprimido lo aconsejaba con total claridad como pilar de toda alfabetización y educación liberadora. en Pedagogía de la indignación, invitaba a convertirnos en seres capaces de amar al mundo. Angela Antunes, Moacir Gadotti, Cruz Prado y Francisco Gutiérrez nos han sugerido sentir y vivir una Pedagogía de la Tierra o una Ecopedagogía. Las y los invito a que se acerquen a sus experiencias, libros, conferencias, mediaciones, alternativas, conceptualidades, praxis. Otros hemos hablado de pedagogía planetaria, de Pedagogía de la Madre Tierra o educación biocéntrica. En todas estas alternativas se aviva la amorosidad de Freire por la Tierra.
En América Latina y el Caribe, en Abya Yala o en Améfrica, en cada territorio, selva, montaña, bosque, ciudad, quilombo, resguardo y aldea se pueden encontrar y juntar una diáspora de alternativas ecopedagógicas. Tienen una diversidad exquisita de formas, modalidades, diseños, intenciones, praxis y discursos: desde bosque escuela hasta ecoescuelas, transitando por aulas biocéntricas, redes de permacultura o agroecología, en movimientos ecosocialistas o de ecología profunda, e incluso en procesos de educación ecoespiritual; en ocasiones, se amalgama con resistencias desde la educación propia, intercultural crítica, decolonial o afrodescendiente; en otras circunstancias, las disfrutamos con los programas de ecofeminismo, de luchas del feminismo comunitario o en algunas propuestas científicas de los paradigmas emergentes, holísticos o de complejidad.
He aprendido que la búsqueda de ese sentido ecopedagógico, centrado en la prolongación de las vidas y los territorios, es un bastón de guía para encontrar sabiamente esas alternativas en cada nicho vital. Este es un llamado a cambiar la percepción sobre la Tierra y los seres vivos. De una pedagogía cómplice con la necrofilia y la explotación de la Tierra, sabemos que es tiempo de reverdecer una pedagogía que ame la vida, que sea biófila. la ciudadanía planetaria, 204