La alianza Aura Latente Las jugadas disidentes deben, así, reinventar continuamente sus recursos ante la expansión avasallante de una maquinaria compuesta de inmensos capitales financieros, poderosos engranajes sociopolíticos y sofisticadísima tecnología, diariamente actualizada. Esa maquinaria se ha apropiado de imágenes, formas y figuras propias de la disidencia. Se ha apropiado de ellas para banalizarlas y neutralizar su potencial crítico y creativo. Para desdoblar sus pliegues y disipar sus sombras. Lo político crítico del arte se define por su potencial de resistir la manipulación de los mercados globales de la imagen. Se caracteriza por su voluntad de impedir que las grandes cuestiones de su tiempo sean convertidas en temas del blando esteticismo de la publicidad y el diseño. Se determina por su intento de rescatar ciertas figuras de la fetichización mercantil, sustrayéndolas de los reflectores de las vitrinas globales y recolocándolas en nuevas escenas de producción y discusión críticas.
Hal Foster cree que esa crítica antifetichista rompe la naturalización legitimadora de la hegemonía, la motivada aquí principalmente por una resistencia a cualquier operación mediante la cual construcciones humanas (Dios, Internet, una obra de arte) se proyectan sobre nosotros y adquieren una agencia propia (2017, 154. más adelante: Por supuesto, esta crítica nunca es suficiente: hay que intervenir en lo dado, darle la vuelta de alguna manera y llevarlo a otra parte (Ibíd. 155). 5. En este punto, Foster afirma que hoy estamos más en sintonía con la capacidad de la estética para resistir la ideología (por ejemplo, la particularidad sensual de la obra de arte para no ser totalmente subsumida en el incesante flujo de imágenes e información) y con la capacidad de la crítica para ser ingeniosa, a su particular manera (por ejemplo, para estar abierta a modos de compromiso 637