EL FEMINISMO DE VIRGINIA WOOLF: EL CASO DE TRES GUINEAS hoy habría que decir las marginadas o, siguiendo a Spivak (1988) las subalternas. Woolf plantea preguntas irónicas de forma retórica, y entra luego a responder con ejemplos e imágenes sugerentes. Esta estrategia de denuncia la expuso no solo a las burlas previsibles, sino también a duras críticas: que era autorreferente, pues no hablaba de las mujeres de otras clases sociales; que no reconocía la agresividad femenina; que no enfrentaba el dilema concreto de cómo reeducar a la sociedad si acababa siendo invadida por los alemanes.
Su denuncia radical de outsider en una sociedad patriarcal, imperialista, clasista y guerrera mezcla provocadoramente hechos y pensamientos, datos y metáforas. Es impresionante que Woolf formulara planteamientos que las feministas de la segunda ola enarbolaron 40 años después, como que los varones se aprovechan del trabajo doméstico gratuito de las mujeres, por el cual las amas de casa y las madres deberían recibir un salario. ¹3 Sus propuestas, en especial su llamado a bailar como brujas frente a la hoguera, fueron calificadas de aterradoras expresiones de rabia. Sin embargo, su argumentación, irónica y maliciosa, es mucho más sutil. lo largo del ensayo envuelve al lector en un discurso crítico sobre el feminismo que incluso la lleva a eliminar la palabra feminista. para luego reivindicar que ese feminismo denostado plantea lo mismo que anhela el hombre con educación: la igualdad de todos los seres humanos. Muchas personas tomaron literalmente, sin detectar su ironía, su incitación a eliminar la palabra feminismo. Por eso considero indispensable citar de manera extensa esa parte de la sección de la tercera guinea, porque, a más de ser una joya, ejemplifica a la perfección la estrategia discursiva de Woolf.
Luego de argumentar arias cuestiones, la narradora le concede su interlocutor, ese hombre con educación: La guinea es suya; es una donación libre, libremente efectuada.
Pero la palabra libre se usa tan a menudo y, como todas las palabras muy usadas, ha llegado a significar tan poco, que quizá sea 13. Lo interesante es que las feministas que desarrollaron esa veta llegaron su propio razonamiento a la misma conclusión de Woolf.
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