Nicholas Rauschenberg Joseph Kessel, que observó los rostros de los jerarcas nazis al ver las atrocidades que cometieron. Se trataba de una dialéctica de los rostros mirados que miran y las imágenes miradas que miran. no se trataba de mostrar a los miembros del tribunal un documento del cual ellos tenían, sin lugar a dudas, un conocimiento profundo. Se trataba de poner de repente a los criminales cara a cara con su inmenso crimen y de sorprender los movimientos a los que los forzaría ese espectáculo, ese choque. Así, en la sala toda oscura, convivían solamente dos capas luminosas. Se veía sobre una todo el horror descarnado de los campos de concentración. Sobre la otra se perfilaban las figuras, expuestas, de los hombres responsables. Entonces Goering, virrey del tercer Reich, apretó hasta casi romper sus lívidas mandíbulas. El comandante en jefe Keitel, cuyas armadas habían recogido a tantos hombres prometidos a los osarios, se cubrió los ojos con una mano temblorosa. Un rictus de miedo abyecto deformó los rasgos de Streichen, verdugo de judíos. Un sombrío enrojecimiento cubrió las mejillas de von Papen, miembro del Herren Club y servidor de Hitler. Frank, que había diezmado Polonia, rompió en sollozos. PALABRAS FINALES: CURADURÍA IMAGINACIÓN DIALÉCTICA Buscamos abordar una noción que aparece sugerida en Benjamin y Didi Huberman: la imaginación dialéctica. La alegoría baudeleriana, sumada a ciertos impulsos montajistas del surrealismo y el conturbado contexto político de lucha contra la ascensión del fascismo europeo a la luz de la teoría marxista, Freud y Proust hacen de la imaginación dialéctica benjaminiana una postura sensible para pensar la producción de ruinas en que se embriaga la historicidad burguesa. Se trata de generar una crisis de sentido, es decir, romper la ilusión representacionista y lineal que genera la historicidad progresista y preparar el espíritu para una inminente revolución. Esta era la principal aspiración de la crítica de Benjamin que busca en la expresión alegórica los indicios para despertar hacia la praxis revolucionaria.
Didi Huberman, a su vez, inspirado sobre todo en el propio Benjamin, pero también en Freud, Bataille y Aby Warburg (entre otros)
se sitúa en un contexto de aplicación diferente: como curador e historiador del arte busca organizar sus muestras, sus reconstrucciones históricas y puestas teóricas en torno a las categorías del síntoma, del anacronismo y del deseo para evidenciar lo arbitrario y hermético de la noción progresista y representativa de historicidad que, en el caso de Didi Huberman, remite a Panofsky. Si el contexto de surgimiento 75