Olga Forero Contreras, Juan Diego Muñoz e Iván Jiménez Cárdenas glomerados mediáticos; no obstante, la relación de la lucha de clases ha logrado pequeñas conquistas que, en la lógica de las políticas de las telecomunicaciones, se traduce en el mínimo acceso o posibilidades otorgadas a los medios comunitarios cuya actividad, en la medida que no representa ningún riesgo para la estabilidad del capital, es permitida bajo el falso rasero de la democracia.
Otro claro ejemplo lo encontramos en el Dot Forcé creado por las siete economías más poderosas del mundo, que plantea como uno de sus objetivos que todo el mundo, donde sea que se encuentre, debe tener la posibilidad de participar; nadie debe quedar excluido de los beneficios de la sociedad de la información (G7, 2000. La expansión del capital es una necesidad para solventar su crisis estructural por lo que debe incorporar nuevos espacios a su dinámica de producción.
Dicho proceso está acompañado de la incorporación de avances tecnológicos a los nuevos espacios.
Así, a través de discursos como la modernización, el desarrollo y con estos el cierre de la brecha digital, el liberalismo toma terreno para ampliar los espacios del capital, incorporando a las relaciones de producción el cambio tecnológico para poder extraer mayor beneficio del trabajador, aumentando su productividad y por ende obteniendo mayor plusvalía.
La técnica no es neutral: es un instrumento político. Los grandes descubrimientos científicos y tecnológicos han perfeccionado los instrumentos de dominio y con ellos han colaborado con el perfeccionamiento de la explotación capitalista: eso, la pérdida de la totalidad del cuerpo del obrero es lo que Marx llamó subsunción (Méndez, 2018. La explotación del capital sobre la fuerza de trabajo requiere la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación al proceso productivo; además, las producciones de valores de cambio también requieren de las relaciones comunicativas que dichas infraestructuras posibilitan, el monopolio de la información puede variar aleatoriamente los costes fijos y variables con el manejo de los precios y la estructura de mercado (Sierra, 2005, 166. Tal como lo venimos señalando, nos encontramos en la fase imperialista caracterizada por el papel esencial de la tecnología en 110