Lucía Wolaniuk Sur, alegando la motivación de conservar el área para beneficio de toda la humanidad. Concedió un gobierno independiente a las Islas Falkland y sus dependencias (que incluyen las Islas Georgias del Sur. desestimando las instancias de diálogo diplomático y multilateral, en las cuales Argentina continuó disponiendo los argumentos en defensa de sus derechos soberanos sobre estos territorios. Con respecto a la Antártida, la estrategia británica consistió en transformar los términos de la disputa, promoviendo una internacionalización limitada de la región, inseparable de los fines científicos como actividad primaria. De esta manera, se refuerza la noción ya construida de una autoridad ambiental como legitimación de la preeminencia del control británico en el Atlántico Sur (Howkins, 2008. Un claro reflejo de esta nueva visión hacia el Continente Antártico fue el Año Geofísico Internacional (1957 1958. Año Geofísico Internacional y Tratado Antártico Los esfuerzos realizados para el Año Geofísico Internacional resultaron en un aumento exponencial de presencia e investigación científica en la Antártida y, por lo tanto, un aumento exponencial de la inversión de recursos de numerosos Estados en el continente. Principalmente, por parte de aquellos que mantienen reclamos territoriales o que ostentan antecedentes de exploración antártica, como son Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Sudáfrica; y por potencias mundiales como Estados Unidos, la Unión Soviética y Japón. Naturalmente, los países más desarrollados están en condiciones de destinar mayor cantidad de recursos para la realización de la investigación científica antártica. En este sentido, nuevamente la estructura asimétrica del Sistema Internacional en cuanto a la distribución de poder y Período en el cual, con auspicio del Consejo Internacional para la Ciencia, científicos y técnicos de numerosos países cooperaron para llevar adelante investigaciones con fines pacíficos en el continente antártico.
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