Ciudad de la Investigación, Universidad de Costa Rica

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Cynthia González Cárdenas Diferentes prácticas como la servidumbre voluntaria (Lagarde, 2011, 280. la responsabilidad emocional, actividades reproductivas o el trabajo doméstico no asalariado moldean nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Las violencias van formando también el cuerpo, a lo largo de la vida, dentro de las familias y en el contexto hay diferentes ejecutores, a veces es el padre, la pareja sentimental, familiares cercanos o desconocidos; pero también la ejerce la ciudad en la que vivimos, el Estado con sus políticas públicas y sus instituciones. Las mujeres, pero también otros grupos vulnerables, viven una violencia estructural que no deja un resquicio libre de ella, para mostrarlo de forma burda, solamente hay que revisar el alza de feminicidios y los casos de violencia de género en México, cuestión que se repite en toda Nuestra América. Iniciativas independientes al gobierno reportan 322 feminicidios en el país y 566 averiguaciones previas presentadas tan sólo en el 2015 (Durán, 2017. Este texto es tan sólo el inicio de una investigación donde se pretende mostrar un ámbito donde se ha ejercido la violencia pero que no se ha enunciado hasta hace algunos años. Pareciera tan antaña, tan invisible que las mujeres en edad fértil que planean embarazarse, las que ya están embarazadas, las puérperas y sus familias la ubican como una cuestión de mala suerte. está tan normalizada que no se denuncia, que se pasa por alto y como toda violencia, deja un halo de culpabilidad en la víctima. Cuando se llega a denunciar, muchas veces las autoridades de las mismas unidades médicas no dan seguimiento u ocultan la forma oficial de proceder. La violencia obstétrica podría pensarse como parte de la idea de vigilancia y castigo en los cuerpos de las mujeres, incluso la misma ginecología es señalada como uno de los principales dispositivos científicos producidos con la finalidad de controlar el cuerpo y la sexualidad de las mujeres (Pozzio, 2016, 101. Desde que existe la medicina alópata, se ha experimentado con cuerpos de mujeres sin su permiso, médicos famosos en la historia han lucrado con los cuerpos esclavos de mujeres negras, de mujeres indígenas, en mujeres pobres, en víctimas en medio de una guerra como si fuera el cuerpo territorio de conquista, como si se fuera un botín que hay que ganarse o robar. En la memoria colectiva se recuerda el nombre del médico¹, pero se olvidan por completo los métodos de tortura Hay que revisar el caso del Dr. Sims torturando a Anarcha, esclava negra a quien le practicó 30 cirugías, sin anestesia ni autorización para conocer la técnica en la cirugía de la fístula, una necrotización de tejidos blandos internos que deriva en desgarro, generando canales que filtran orina y o caca por la vagina. Es causada por partos prolongados, mal uso de fórceps o violaciones, propensa a generarse por desnutrición, falta de desarrollo pélvico por corta edad (Hysteria, 2015. ella la recordamos por ser a la paciente a quien le practicó más cirugías, su cuerpo fue el que 450