Estudio introductorio Arequipa. En este escenario de caos, intrigas y ambiciones exacerbadas, Flora baja la resistencia y se despoja de la máscara de humilde peregrina. Esto es lo que declara la narradora: Resolví que habiendo sufrido los prejuicios de una sociedad que me humillaba, por fin había llegado mi hora. Me tocaba vivir una revolución en la que me podría tocar un rol protagonista. Opté por apoyar a los golpistas y actuar con la misma determinación que ellos. Tenía el ejemplo de la señora Gamarra: el destino de la república estaba en sus manos. Ella era quien decidía sobre política y también quien comandaba las tropas. La verdadera batalla se libraba entre ella y el monje Valdivia. Mi misión sería la de suplantar al clérigo y la de ganarme el apoyo de los simpatizantes de Orbegoso, porque entonces sí, el poder de la espada me sería útil (Tristán, 1996, pp. 173 174. Cuando al caer Gamarra y exiliarse La Mariscala fracasa la intriga golpista a la que la narradora denomina convenientemente plan salvador. Flora realiza una astuta maniobra de enrevesamiento de imágenes y discursos para ubicarse nuevamente en el espacio femenino del peregrino que se sacrifica por los otros miembros de la familia. Así, declara que en realidad no implementó su misión porque prefirió mantenerse leal al tío: Lo confieso ahora, ante Dios, que sacrifiqué la posición que yo sabía me sería fácil de conseguir por la consideración y el respeto que le debía a mi tío Pío (ibid. 175. La promiscuidad de lenguajes en el texto no es casual: la intriga política en el mundo masculino del poder público debe ser enmarcada sutilmente en un lenguaje femenino de devoción religiosa. Tras esta escena de intrigas y elucubraciones golpistas, en la que Flora desenmascara monda y lironda sus ambiciones políticas en el Perú, regresa nuevamente a sus fueros piadosos. Nótese, sin embargo, el sesgo mesiánico con que da punto final al episodio: Visto que la santidad de mi función fracasó, me veo obligada a concluir que Dios me tenía reservada para otra misión (ibid. 178. En sus relatos de viaje, Flora Tristán resemantiza el espacio, el lenguaje y la figura misma de la viajera. Pero es una resemantización 89